Los días de temperaturas extremas suponen una “presión térmica adicional” sobre los centros de datos, exponiéndolos a riesgos y fallos. El 56% de los principales hubs ya afrontan un riesgo alto o muy alto de olas de calor.

Europa está afrontando este verano una sucesión de olas de calor, que ha llevado a batir récords de temperaturas registradas y que ha tenido efectos directos sobre la salud de las personas y los ecosistemas. La infraestructura TI no queda al margen de este contexto y las elevadas temperaturas pueden potencialmente convertirse en un riesgo para algunas de sus piezas clave. Es lo que ocurre con los centros de datos.
“El calor ya no es una anomalía estacional; se ha convertido en un factor estructural que afecta directamente a la resiliencia digital”, alertan desde FNT Software. La compañía apunta que estas elevadas temperaturas se convierten en una “presión térmica adicional” sobre los centros de datos, que se ven así, advierten, más expuestos a fallos, como interrupciones de servicio, una disminución de la eficiencia operativa o el aumento del riesgo para la continuidad de los servicios digitales.
En esa misma línea apuntan las conclusiones de un estudio de MapleCroft, que concluye que “las temperaturas al alza globales son un riesgo creciente para la resiliencia de algo más de la mitad de los 100 principales data center hubs globales”. El 56% de estos centros de datos se enfrentan a un ratio alto o muy alto de riesgo de enfrentarse a días de en los que necesitarán refrigeración extrema. La cuestión irá empeorando a medida que pasen los años y aumenten también los días de calor extremo. Las proyecciones indican que serán un 68% en 2040 y un 80% 2080.
Aun así, el riesgo potencial del calor extremo para los centros de datos no es solo una cuestión teórica. Las olas de calor de los últimos años ya les han pasado factura, en algunos casos, en sus operativas. Como recuerdan desde Politico, ya se han registrado varias incidencias en centros de datos conectadas con episodios de calor extremo: en julio de 2022 una ola de calor dejó fuera de servicio a centros de datos en Londres y en septiembre de ese mismo año ocurrió lo mismo en California.
Además, el aumento de las temperaturas tiene efectos colaterales. Los picos de calor obligarán a recurrir a más agua para refrigerar los centros de datos, señala el análisis de MapleCroft, cuando ya ahora mismo la mitad de los data center más relevantes están en zonas de estrés hídrico.
Igualmente, dispararán el consumo de electricidad, lo que aumentará la presión sobre las redes eléctricas en un momento especialmente vulnerable. Los centros de datos no son los únicos que requieren más electricidad en esos días de calor extremo: la propia población también aumenta su consumo de energía. Este mismo verano, resume Euronews, la red eléctrica europea registró picos de consumo por el aumento del uso del aire acondicionado en los hogares.
Centros de datos preparados para el calor
Una de las principales soluciones a estos retos pasaría por construir infraestructuras más resilientes contra el cambio climático. En cierto modo, las compañías del sector ya están apuntando en esa dirección, puesto que trabajan desde hace años para hacer sus centros de datos más sostenibles. Las soluciones verdes los preparan también para afrontar los retos de estas olas de calor extremas, ya que los hacen autosuficientes en cuestiones energéticas o más eficientes a la hora de refrigerar la infraestructura.
“Los operadores de centros de datos están innovando con soluciones para incrementar la resiliencia y responder a cuestiones de sostenibilidad, pero las temperaturas al alza aumentan estos retos”, recuerda, aun así, Capucine May, consultora de MapleSoft.
Desde FNT Software indican que “en este contexto, las decisiones no pueden basarse en suposiciones, sino en datos precisos y en tiempo real”. Ellos apuestan por implantar plataformas de DCIM (Data Center Infrastructure Management). De este modo, se puede hacer un seguimiento en tiempo real de las condiciones y anticiparse a los riesgos térmicos, porque se identifican las “zonas calientes” y su pueden redistribuir cargas y centralizar la respuesta.