por Tom Nolle

Consejos para que las empresas tengan éxito en su estrategia ‘cloud’

No todo se está moviendo a los entornos de nube porque estos no son la mejor para todo.

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Créditos: Rob Schultz / Shutterstock

La mayoría de las empresas están en el proceso de repensar su estrategia en cloud. ¿Por qué? Porque han experimentado costes más altos de lo esperado, algunos tan elevados que han tenido que mover algunas de sus aplicaciones en la nube a su centro de datos. No obstante, un pequeño grupo de empresas, parece haberlo hecho bien desde el principio. ¿Qué consejos ofrecen estas a otras menos afortunadas y qué podemos aprender de ellas? Mucho.

El consejo número uno, compartido por cada una de las empresas consultadas (y que han reconocido no necesitar revisar sus estrategias en la nube) es crear sus aplicaciones solo en servicios básicos a menos que su diseño inicial muestre que eso no es posible. Hay que usar IaaS/VM en lugar de contenedores cuando se pueda, optar por contenedores en lugar de la opción ‘sin servidor’, usar instalaciones dedicadas y sin precio de uso y llevar el propio middleware a la nube en lugar de usar servicios web de proveedores de nube. La mayoría de las empresas que han tenido éxito hicieron esto desde el principio.

Estas empresas señalan que la mayoría de las funcionalidades del proveedor de cloud agregan valor en el período de desarrollo pero restan dinero para siempre de su presupuesto. Un directivo consultado dijo que, según su experiencia, incluso aunque licenciara funciones de middleware para alojarlas en sus máquinas virtuales IaaS, el coste anual era la mitad que el de usar herramientas de proveedores. Puede ser aún menor si se puede usar software de código abierto directamente. Sin embargo, hay que asegurarse de que el personal de la empresa disponga de las capacidades y conocimientos necesarios para eso.

Un apunte: no hay que perseguir nuevas funciones en la nube y cambiar las aplicaciones que funcionan. Las empresas mencionadas descubrieron que la gran mayoría de las nuevas características y capacidades sumaban costes continuos de servicios en la nube sin mejorar la calidad de la experiencia o la disponibilidad de las aplicaciones.

Una empresa que no siguió esta regla señaló: “Rehicimos una aplicación dos veces en dos años, y ambas veces aumentaron nuestros costes anuales en la nube. Y a los usuarios no les gustaron los cambios”. Hace décadas, un CIO ya me reconoció: “Una conversión es el peor proyecto posible que se puede proponer. Todo es coste y ningún beneficio. Lo mejor que se puede esperar es que nadie sepa que hiciste algo”.

Considerar la variabilidad de la carga de trabajo, las ubicaciones de los usuarios finales y los requisitos de acceso

El segundo consejo más citado (por más del 80% de las empresas expertas en la nube) está relacionado con qué aplicaciones se eligen para llevar a la nube. Recomiendan buscar aplicaciones que muestren mucha variabilidad de la carga de trabajo a lo largo del tiempo. Más del 80% de las empresas me han dicho que si se observa el coste de una máquina virtual en la nube en comparación con una en el centro de datos, asumiendo una carga de trabajo constante, el centro de datos será entre un 25% y un 40% más barato. Por otro lado, si se observa las aplicaciones en las que la relación entre las necesidades máximas de recursos y las necesidades promedio es aproximadamente 2:1, los costes se igualan porque los recursos del centro de datos se desperdician, en promedio, en parte. Con 2.5:1, la nube es lo suficientemente barata como para cumplir con las pautas de ROI del CIO.

La nube, dicen estas fuentes, es un juego de economía de escala. El valor es mayor donde las economías de los centros de datos de las empresas son las más débiles, que es donde hay mucha variabilidad de carga. En la nube, el pico de un usuario puede encajar en el valle de otro, igualando el trabajo total y aumentando la eficiencia del grupo de recursos hasta el punto en que se puede tener un precio mejor que el que se podría lograr internamente.

El consejo número tres es poner el foco en las aplicaciones cuyos usuarios están muy dispersos, es decir en diferentes continentes incluso. La razón es que la calidad de la experiencia e incluso la disponibilidad pueden verse comprometidas cuando el trabajo tiene que transitar por muchas redes solo para llegar a donde se procesa. Esto puede llevar a la insatisfacción del usuario, y la dispersión de recursos más cerca de los usuarios puede ser la única solución. Si una empresa aún no tiene su propio centro de datos ubicado cerca de cada grupo de usuarios, es probable que poner un nuevo punto de alojamiento en sí mismo no pueda lograr una economía de escala razonable en gastos de capital, energía y refrigeración, y costes operativos. La nube sería la opción más barata.

Hay que tener mucho cuidado al evaluar el impacto real de la dispersión de los usuarios de la aplicación. En algunos casos, es posible que no haya suficiente diferencia en lo que respecta a la calidad de la experiencia o en disponibilidad para requerir puntos de alojamiento dispersos y, de hecho, puede ser que el lugar donde se aloja la aplicación ni siquiera sea el problema. “La nube puede parecer la salida fácil”, señala una fuente de una empresa, “pero puede que no sea la vía económica”. Hay que ver dónde se encuentran realmente los problemas de calidad de la experiencia antes de ir al alojamiento distribuido de la nube para solucionarlos.

El cuarto consejo es examinar cuidadosamente el modelo de interacción usuario-aplicación, para ver si hay un gran componente no transaccional. Los sistemas empresariales de misión crítica y las bases de datos centrales de la empresa casi siempre se encuentran en el centro de datos. Lo que los cambia son las transacciones que agregan, actualizan y eliminan registros. Si la interacción del usuario de una aplicación está estrechamente vinculada a la creación de transacciones, entonces su procesamiento está vinculado a esos recursos del centro de datos. Eso hace que sea más difícil mover la pieza de la interfaz de usuario a la nube y obtener economías. Por otro lado, si hay muchas idas y venidas de usuarios que no implican el acceso a esos recursos básicos, entonces hay una buena posibilidad de que la pieza de interacción se pueda alojar en la nube a un coste razonable.

Un consejo para averiguar si este punto se aplica es observar qué datos se proporcionan realmente al usuario durante la parte previa a la transacción de la interacción. Si la mayoría de los datos tienen que provenir de la base de datos central, enviarlos a la nube para su revisión puede crear costes de transferencia de datos vertiginosos y altamente variables. Si un producto u otra base de datos se puede alojar en la nube, ese coste se puede predecir y administrar.

Elegir bien las aplicaciones

El consejo final, quizás el más obvio pero también el más importante: es mejor centrarse en las aplicaciones que se necesitan cambiar por algún motivo. Algunas empresas recomiendan mover a cloud aplicaciones ya programadas para el cambio; sin embargo, otras dicen que el enfoque va más allá y hay que preguntarse cuánto dinero se puede ahorrar al rehacer una petición. Esto depende de lo seguro que se esté de los costes actuales y esperados y del riesgo de la interrupción. En la mayoría de los casos, es posible obtener un coste actual preciso para una aplicación, pero ¿y los costes futuros? Hay que esperar y proyectar un crecimiento ordenado en estimaciones de costes actuales y hacer lo mismo con los de la nube. Pero cualquiera que sea la comparación de costes, las empresas señalan que siempre existe un riesgo al realizar cualquier cambio en una aplicación importante, y moverla hacia la nube es sin duda un cambio significativo.

La conclusión de las empresas que han tenido éxito en la nube es que esta opción es valiosa porque es muy diferente del centro de datos, pero, a su vez, también peligrosa. No se puede asumir que lo que funciona en el centro de datos también lo hará en cloud. Lo mejor es hacer las cosas bien desde el principio; las fuentes consultadas coinciden en que realizar pruebas piloto para validar los supuestos financieros pueden salvar los presupuestos. En todo caso, concluyen, no todo se está moviendo a la nube porque esta no es la mejor para todo.

El autor de este artículo es Tom Nolle, es fundador y analista principal de Andover Intel, una firma de consultoría y análisis que analiza las tecnologías y aplicaciones en evolución primero desde la perspectiva del comprador y las necesidades del comprador. Por experiencia, Nolle es programador, arquitecto de software y gerente de productos de software y redes, y ha brindado servicios de consultoría y análisis de tecnología durante décadas. Es autor habitual de artículos sobre redes, desarrollo de software y computación en la nube, así como de tecnologías emergentes como IoT, IA y el metaverso. Sus escritos han aparecido en No JitterIoT World Today, Network World y múltiples publicaciones de Tech Target. Publica un blog público dedicado a los profesionales de las telecomunicaciones, los medios de comunicación y la estrategia tecnológica, y también una serie de informes sobre tecnología, mercado y condiciones económicas. El blog Tom’s Reality Check ganó premios AZBEE en 2024 y 2025.