La última edición del informe de la Década Digital de Europa destaca las tareas pendientes en digitalización, tanto a nivel comunitario como estatal.

El último informe para la Década Digital de la Comisión Europea apunta algunos de los puntos fuertes y débiles de los 27 en lo que se refiere a infraestructura y capacidades tecnológicas. Heredero del Índice de Economía y Sociedad Digitales (DESI), publicado entre 2014 y 2022, la tercera edición de este informe repasa cómo se ha avanzado durante el año 2024 en determinadas métricas y cuánto queda hasta lograr los objetivos marcados para 2030.
Principales indicadores en Europa
A nivel europeo, esto se refleja en una marcha a dos velocidades: pese a contar con ámbitos ya casi cubiertos, en otros parámetros el avance es lento. Se ve, por ejemplo, en lo referente a infraestructura digital, con la cobertura 5G general situada ya en un 94% del total; sin embargo, en fabricación de semiconductores aún se está a la mitad del objetivo marcado de captar la quinta parte del mercado internacional. Lo mismo con la tecnología en el extremo, que progresa un 90% a nivel europeo, hasta los 2,257 nodos de edge computing que, sin embargo, aún deben multiplicarse hasta llegar a los mil esperables, con los que se facilitará una latencia de menos de 20 milisegundos. En la parte empresarial, la adopción de IA avanza un 67%; sin embargo, con una cobertura del 18%, queda lejos del 75% que se espera alcanzar en los seis años que faltan hasta el cambio de década. Se detecta, además, mayor dificultad entre las pymes para alcanzar los objetivos planteados.
“Según el informe, la UE se encuentra en un momento crítico por diversos motivos”, señala Javier Borràs, investigador de CIDOB (Barcelona Centre for International Affairs). “Debe ser capaz de aprovechar la oleada de avances en IA; se están consolidando presiones geopolíticas y dependencias en sectores tecnológicos claves; y la UE todavía no ha sido capaz de crear un ecosistema económico en el que las innovaciones punteras se traduzcan en la aparición de grandes empresas tecnológicas europeas”. Desde la Comisión reconocen los esfuerzos económicos de los distintos países para avanzar en digitalización, pero emplazan a “una mayor intervención e inversión públicas y privadas para mejorar la capacidad tecnológica de la UE”. Un llamado que, por otra parte, se corresponde con otras medidas que se están tomando desde Bruselas, con el objetivo de conseguir una mayor soberanía tecnológica. En una línea más crítica se manifiesta Esteve Almirall, profesor del departamento de Operaciones, Innovación y Data Sciences de Esade. Desde su experiencia, el documento “pone el acento en cosas que no tienen ningún sentido ya”, como la conectividad universal, que ahora puede ser reemplazada a través de, por ejemplo, sistemas satélite de órbita baja.
Situación en España
En este contexto, ¿qué posición ocupa España? Borràs lo resume como que el país “tiene buen sustrato tecnológico, pero flaquea más cuando ello se aplica al mundo empresarial”. “Es mejor que la media europea en algunos campos, como el despliegue de infraestructura digital, habilidades digitales básicas o la promoción de derechos digitales”, indica. Por la parte del ecosistema empresarial, sin embargo, identifica varios puntos de mejora. “Se queda corta en el porcentaje de empresas que usan IA o tienen una digitalización sólida, especialmente entre las pymes”. El porcentaje de organizaciones que integran tecnología inteligente creció un 23% entre 2023 y 2024, pero se mantiene aún en menos del 12% de compañías, cuando el objetivo europeo para 2030 es el 75%. Para Borràs, el despliegue de IA es un aspecto del que “España y la UE deberían poder extraer más productividad y competitividad”. “Sin embargo, esto no es fácil: a nivel global, no hay una certeza sólida sobre cuáles casos de uso de la IA son los más relevantes a nivel económico”.
“También tiene un número de unicornios tecnológicos más bajo de lo esperado”, apunta Borràs. Son 13, los mismos que en 2023, y lejos aún de los 24 deseados. El investigador del CIDOB destaca: “Otro problema que comparten España y Europa es la capacidad de creación de grandes empresas tecnológicas. Eso es debido —al margen de las idiosincrasias de cada estado miembro de la UE— a que en Europa el mercado de capitales está fragmentado. Si una empresa tecnológica de la UE en auge quiere escalar, en muchos casos acaba buscando recursos en Estados Unidos o el Reino Unido”, sintetiza.

Javier Borràs.
“España tiene buen sustrato tecnológico, pero flaquea más cuando ello se aplica al mundo empresarial”
Javier Borràs
Desde la Comisión reconocen otros aspectos que se deben trabajar para alinearse con sus objetivos a 2030, como la necesidad de incrementar los esfuerzos para subir el porcentaje de personas con empleos TI en la parte de habilidades digitales. Con un 4,8% de especialistas de este tipo, el porcentaje es inferior al 5% de la UE, pero sin embargo ha crecido a mejor ritmo que la media europea (6,8% frente al 4,2%). Un 19,6% son mujeres.
A nivel de infraestructura, pese a destacar planes estratégicos como el PERTE Chip, la CE llama a acelerar los esfuerzos para destinar fondos públicos a proyectos estratégicos, con el foco puesto en la tecnología de semiconductores y la innovación digital. Por otra parte, aunque también se reconocen los esfuerzos del Gobierno para mitigar el impacto medioambiental de las TI y, especialmente, de la IA, desde la Comisión se recomienda desarrollar un sistema de monitorización y cuantificado de emisiones.
Aporte del informe
A la hora de considerar el valor real de este documento para las estrategias europeas en tecnología, Borràs apunta: “En mi opinión, el mayor valor del informe es la comparativa interna que se puede hacer entre países de la UE, para ver en qué casos las cosas están funcionando y en cuáles no. Sin embargo, también hay que ir con cautela, ya que establecer los mismos parámetros y evaluaciones para economías y sociedad tan distintas, al final puede ser un corsé burocrático que impida tomar medidas flexibles y adaptadas a las condiciones y necesidades locales”.
Almirall coindice en calificarlo como “un informe de burócratas”. “Hay que tener un poco de espíritu crítico a la hora de interpretarlo”, insiste. “Hace falta una aproximación mucho más fina”. En su opinión, el informe repite conclusiones similares cada año —también las mismas lagunas— y se cierra en la necesidad de inversión. “Si seguimos diciendo que todo es cuestión de dar de más dinero a la Comisión Europea y que esto se trasladen a los estados, no nos va a funcionar”, sintetiza. “No hay ninguna crítica para las medidas de la Comisión”.

Esteve Almirall
“Europa no está organizada para generar innovación, está organizada alrededor de la legislación”
Esteve Almirall
Almirall también incide en que hay una visión poco realista del papel en Europa de tecnologías como la cuántica. “Está muy bien que estas tecnologías se pongan en investigación, o en un futurible, pero no como capacidades que tenemos que tener ahora. En cambio, hay problemas enormes, como una legislación y una burocracia que aplasta a las pequeñas empresas, que ni se menciona”. Un análisis que recuerda a las críticas del informe Draghi sobre el lastre que supone la regulación en Europa a la hora de innovar. “Europa no está organizada para generar innovación, está organizada alrededor de la legislación”, incide Almirall. “¿Cómo hay que organizar Europa para que sea más competitiva alrededor de la innovación? ¿Qué hay que cambiar? Estas son las preguntas básicas, las que deberían responder el informe”, concluye.