La inteligencia artificial tiene un gran potencial para simplificar tareas complejas o repetitivas, pero su adopción debería ir de la mano de una serie de reflexiones. José Joaquín Flechoso, coordinador de la obra La IA y el trabajo en el futuro, las comparte.

Es uno de los temas de conversación del momento ya no en el sector tecnológico, sino a nivel general: ¿Cómo impactará la inteligencia artificial en la fuerza laboral? ¿Desaparecerán puestos de trabajo? El mundo se divide entre quien considera evidente que la irrupción de la IA acarreará pérdidas de empleo, quien sostiene que lo que habrá es una reconfiguración del escenario laboral y un tercer grupo que defiende que incluso habrá más puestos de trabajo gracias a estas tecnologías. Aunque no cabe duda de que esta es una de las principales claves, no es la única: la incorporación de la IA supondrá retos en muy distintos ángulos, desde la necesidad de formarse a las implicaciones a nivel de legislación laboral.
Sobre estos y otros temas se reflexiona en la obra colectiva La IA y el trabajo en el futuro, que emplea precisamente la IA en su propia elaboración: se articula en base a preguntas hechas a ChatGPT, cuyas respuestas están complementadas con una reflexión humana. Mediante este formato se analizan las implicaciones de las nuevas herramientas inteligentes en el tipo de empleo y el mercado de trabajo, las necesidades empresariales, las competencias requeridas o las condiciones y relaciones laborales. José Joaquín Flechoso, coordinador y autor de la obra, explica que en su redacción han participado personas de distintos perfiles, desde gente de marketing y emprendimiento a otras procedentes del ámbito sindical, precisamente para aportar visiones distintas.
“La gran pregunta siempre es si la inteligencia artificial va a destruir puestos de trabajo. Evidentemente, va a eliminar algunos y va a dar otros nuevos”, pondera Flechoso, fundador también del colectivo de análisis sobre robotización y empleo Cibercotizante y quien en el pasado ha desempeñado posiciones relevantes en el ámbito de las TI como la de gerente de la Gerencia de Informática de la Seguridad Social o presidente de la Sociedad Española de Informática Médica, entre otros. “Hay que tener en cuenta que estamos ante una revolución tecnológica sin precedentes”. Flechoso reconoce la importancia de otros grandes inventos como internet, que “cambió la forma de compartir información en el mundo”, pero apunta a la transformación que supondrán las herramientas inteligentes al mantener “un nivel conversacional y de lenguaje natural lo más próximo a las personas”, más aún cuando se complemente a través de otras tecnologías como el 6G o el IoT.
Para ejemplificar la potencial creación de empleos derivados de la IA habla de la aplicación del VAR o sistema de videoarbitraje en el fútbol. “No han despedido a los árbitros. Al contrario, han incorporado más gente”, defiende. “Se han creado más puestos de trabajo y no se han quitado a los que estaban antes. Sigue habiendo un árbitro y dos líneas exactamente igual. Esto no se puede hacer en todos los sitios, eso es evidente”, reconoce. “Pero hay que ir con esa filosofía”. Es decir: mantener lo que se está haciendo bien, no eliminar por eliminar, y fomentar la creación de otros trabajos alternativos necesarios para que los sistemas inteligentes y automáticos funcionen correctamente.
“La gran pregunta siempre es si la inteligencia artificial va a destruir puestos de trabajo. Evidentemente, va a eliminar algunos y va a dar otros nuevos”.
En cualquier caso, considera indudable que “va a transformar el mercado laboral” y pone la clave en cómo se haga esta transformación. “No podemos dejar a nadie atrás en este momento. Para que la inteligencia artificial sea una herramienta útil, lo primero es que las personas que van a ver desplazado su trabajo cotidiano y reemplazado por otro tipo de actividades tengan capacitación digital”.
Aprender a utilizar la IA
Esta es una de las claves para Flechoso, que se repite durante la conversación y a la que se dedica un bloque en el libro. La formación en IA y la capacitación de profesionales en activo marcarán la diferencia en esta reconfiguración del mercado de trabajo, pero también en el beneficio que se le saque a las nuevas herramientas. “No podemos pensar que la IA la vamos a utilizar exactamente igual que estamos utilizando Google”, advierte. “La gente debe saber cuáles son las potencialidades que tiene el utilizar una herramienta”. Para esto, apunta a la necesidad de incluir formación ya desde la escuela para aprender a interrogar a la IA y contextualizarla en el tiempo y el espacio. “Una respuesta que nos da hoy a lo mejor hace dos meses no nos la daba y dentro de dos meses tampoco nos da la misma, aunque el concepto en el fondo sea el mismo”, matiza. “Es una herramienta viva”, en la que el sistema aprende y, por tanto, evoluciona a medida que va integrando información nueva.
En este sentido, la IA favorece un camino que ya se estaba empezando a recorrer: el de la revalorización de otro tipo de habilidades para un puesto de trabajo frente a las hard skills o los conocimientos puros y duros. Son soft skills como la adaptabilidad, que ya en pandemia se convirtió en una de las más demandadas, o el pensamiento crítico, tan necesario en el diálogo con modelos de IA; pero también las power skills o habilidades necesarias para dirigir. “La inteligencia artificial va a dejar al descubierto aquellas personas que, aunque sean jefes, no tienen capacidades de liderazgo”, defiende.
Esta formación debe ampliarse a otros rangos de edad. “La generación más senior siempre va a ser más reticente, sobre todo porque su formación de base ha sido socialmente diferente”. Flechoso se refiere a esa clase directiva que, contando en toda su carrera con personal administrativo que les hiciese gestiones auxiliares de tipo reserva de billetes de avión, aún hoy es incapaz de hacerlo por su cuenta. Pero también a gente ya jubilada. “Creo que la gran ventaja que va a tener la formación aquí es que, al ser gratuita, va a incentivar a las propias personas que tienen pocos conocimientos a poder confiar en ella”. Más allá de la necesidad de la formación, Flechoso valora la relevancia de “quitarles miedo con la IA. No se van a equivocar si hacen algo”. En este sentido, apunta a uno de los retos pendientes: “Que las Administraciones Públicas integren inteligencia artificial en sus sedes electrónicas. Muchas personas que hoy en día ven con grandes recelos o dificultades acceder para poder hacer sus trámites o gestiones se dan cuenta que les puede ayudar, porque las sedes electrónicas siguen siendo bastante hostiles a una persona con pocos conocimientos digitales”.
Implicaciones laborales
La formación no debe darse por sentada o dejarse a criterio de empresas o de la propia persona. “Es importante que la negociación colectiva incorpore la formación como algo imprescindible e irrenunciable. Si cada vez que se vaya a establecer un nuevo convenio colectivo en un sector determinado dejamos en un segundo plano la formación, no vamos a ir a ningún lado”, defiende. “Es absolutamente imprescindible que la formación se ponga como algo prioritario y esencial. Primero, porque es una herramienta democratizadora que permitirá a todos por igual tener acceso al mismo tipo de información”: por ejemplo, ya no hará falta tener un puesto directivo para consultar informes de consultoras similares a los que antes solo se llegaba desde estos niveles. Pero todo dependerá de saber relacionarse con la IA, reitera.
“Es importante que la negociación colectiva incorpore la formación [en IA] como algo imprescindible”
Pero la integración de la inteligencia artificial en entornos de trabajo tiene consecuencias más allá de la adquisición de nuevas habilidades. En el libro se plantea la posibilidad de que las empresas coticen por los agentes autónomos que empleen, un punto que ha sido objeto de debate ya en el Pacto de Toledo. En las últimas recomendaciones de este organismo, de 2020, si bien no había una mención expresa a imponer una cotización por robots, sí se habla de “reforzar los mecanismos no contributivos” en el marco de la nueva economía digital.
Si ya antes este era un tema sobre la mesa, durante los cinco años pasados desde entonces se ha visto surgir la IA generativa, lo que coloca la cuestión en el primer nivel de debate y hace que se esperen con expectación las próximas recomendaciones del Pacto, previstas para finales de este año. Este es un tema al que Flechoso le lleva siguiendo la pista desde hace varios años, a través de su proyecto Cibercotizante, y sobre el que plantea diez alternativas, como por ejemplo la incorporación de un impuesto que actuaría de forma similar a como lo hace la tasa turística. “Alguno de esos diez escenarios había que planteárselos en serio y habría que intentar implicar a todos los agentes sociales”, defiende. “Esto o se hace por consenso o sería un desastre, porque ningún partido político tiene ni el derecho ni la obligación ni la seguridad de que su texto sea aprobado, aunque tenga mayoría”.
En la obra también se toca la relación entre inteligencia artificial y personas con discapacidad, con quien es esencial contar al entrenar modelos de IA, defiende Flechoso. “Tengo especial interés en que cada vez se hagan más cosas pensando en que a las personas con discapacidad no las vamos a someter a un segundo ejercicio, como es el caso de del Braille, que tiene que aprender a leer de forma táctil. Aquí el lenguaje natural, la viva voz, es la herramienta con la que pueden empezar a comunicarse”, desarrolla, confiando en la IA como “gran aliada”. “Habrá que adaptarla con matices”, asume, “pero no se entiende una innovación sin contar con las personas con discapacidad”.